domingo, 1 de agosto de 2010

Que me encanta que me quieran. Me gusta que me lo recuerden en mis malos momentos, cuando te sientes sola. Pero no cuando tu misma decides aislarte. No. A mi me gusta que me lo recuerden cuando me hace falta. Cuando ves que nadie se preocupa. Cuando no te importaría desaparecer. Quizás sea un poco caprichosa, es más, se que lo soy. Pero bueno, como en todo hay excepciones y no todo el mundo detesta esta cualidad, incluso podría considerarse una virtud pues no todos tienen claro lo que quieren, aunque debo reconocer que yo también me pierdo a veces. Ya se que me repito. Lo sé, soy consciente, pero es otra de mis cualidades. Por eso no voy a cansarme de decir lo que me gusta y lo que no, lo que quiero y lo que no.No me gusta que me halaguen falsamente, pero si que quien me quiere lo haga de verdad. Y me encanta que me quieras tú. Con eso me daré por satisfecha. Que me quieras con mis tonterías,con mis caprichos y con mis celos, porque yo te quiero a más no poder.

Tí.

No me di cuenta de cuando el regreso, estaba demasiado cansada para eso. Él me despertó, era ya bastante tarde, faltaba una hora para la hora de la comida.
-¿Que hora es? -fanfuñé.
-La una y media pasadas.
-Oh! mierda! mierda! mierda! Había quedado con una amiga para comer,- empecé a marcar un número de telefono.- Annie, mira me a atropeñado un coche, y oh, si, tranquilizate, el chico que se me llevo por delante me a, bueno me a raptado, y e pasado la noche en su casa, hoy tras una gran pelea e logrado escapar - le miré a él que estaba en los pies de la cama riendo y negando con la cabeza- si, bueno Annie esto es una pesadilla, llegaré un poco tarde, tequiero.
-¿Como as podido?
-Seguro que te as reido como nunca, con eso me vale. ¿Oye me acompañas al hotel? Tengo el motociclor averiado, nose porque será..
-¿Un hotel¿Estas durmiendo en un hotel? Claro que te acompaño pero a quitar tus cosas de ahi, te vienes a dormir a mi casa, vamos solo seran unos días.
No, me lo puedo creer, ese hombre de unos treinta y algo me esta diciendo que me vaya a vivir con él, esta loco, se podria decir que somos almas gemelas.
-Oye tio, estas loco.
Ya estaba vestida, as ique me recogi el pelo y fui camino casa de Annie, allí le conté todo lo ocurrido, pero esta vez la verdad.

De pequeñitas nos sentábamos horas y horas frente al televisor deseando ver el increíble beso con el que se despierta la bella durmiente, o el esperado momento en que la cenicienta se convierte en princesa y se casa. Nos parecía todo precioso y de color de rosa, soñábamos con hacernos mayores y vivir algo así. Imaginábamos como sería nuestro castillo y el bonito romance que viviríamos con el que sería nuestro príncipe azul. Estábamos ilusionadas con todo eso, hasta que por fin crecimos un poco, la vida nos dio alguna que otra primera lección y dejamos de ser tan inocentes e ignorantes, continuamos fantaseando, pero quizá ya no de la misma manera. Fue entonces cuando comenzamos a oír afirmaciones como “eso sólo ocurre en las películas”, cuando la gente más cercana te alertaba de que los príncipes azules no existían, cuando comenzaron a arrebatarte el derecho de soñar, y cuando te convenciste de que sí, realmente, eso sólo ocurría en las películas. Y tuvo que pasar poco tiempo para que unas pocas experiencias de la vida te lo confirmaran. Nos creímos que ya erámos un poco más adultas, pues definitivamente dejamos a un lado ese pequeño gran deseo que nos movía por dentro desde pequeñas. Y a partir de entonces vivimos con un sueño menos por el que luchar. Pero… ¿qué me pasó a mi? Tuve la suerte de encontrarte. Y ahora lo único que me apetece es coger a todos los que dijeron eso, y taparles la boca para que no lo digan más. Están equivocados, porque yo, he vuelto a soñar. Estoy soñando…